Hoy recordamos con profundo agradecimiento al Papa Francisco, quien alzó su voz incansablemente por los migrantes, refugiados y desplazados, defendiendo su dignidad y su derecho a un hogar seguro.
Con su corazón abierto, nos enseñó a no tener miedo de encontrarnos con el otro, a construir puentes y no muros, y a ver en cada migrante un hermano que merece ser recibido con amor y solidaridad.