Hoy recordamos con profundo respeto al Papa Francisco, quien puso a los pobres en el centro de su pontificado, recordándonos que en ellos habita el rostro de Cristo.
Con su vida y su palabra, nos enseñó que la verdadera grandeza se encuentra en servir a los más humildes, en compartir con el que no tiene y en construir una Iglesia para los más desfavorecidos.
Sigamos su ejemplo, eligiendo cada día el camino de la solidaridad, la justicia social y el amor activo por los últimos.