En el marco del Jubileo del Mundo Educativo, el Santo Padre León XIV recibió en audiencia a los miembros de la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe (ODUCAL). Durante el encuentro, el Papa alentó a las universidades católicas de la región a ser un “centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad”, promoviendo el desarrollo integral de la persona con excelencia, competencia y profesionalismo.
Entre los participantes estuvieron presentes el Rector de la Universidad Católica de Salta, Ing. Rodolfo Gallo Cornejo, invitado en su calidad de Presidente Emérito de ODUCAL, acompañado por Monseñor Mario Antonio Cargnello, Arzobispo de Salta.
Ante más de un centenar de representantes de universidades católicas latinoamericanas que peregrinaron a Roma con motivo del Jubileo, el Papa destacó el papel fundamental que estas instituciones cumplen al servicio de la misión educativa de la Iglesia.
“Su peregrinación a Roma es un signo visible de los lazos de colaboración y afecto que deben caracterizar a su Organización. Ustedes son conscientes de que, entre las finalidades de esta red de más de cien instituciones, está el progreso de la educación superior católica y el servir a la sociedad, creando espacios de encuentro entre fe y cultura para anunciar el Evangelio en el ámbito universitario”, expresó el Pontífice.
León XIV subrayó que la universidad católica continúa siendo “uno de
los mejores instrumentos que la Iglesia ofrece a nuestra época” y una expresión concreta del amor de Dios por la persona humana. En esa línea, invitó a las instituciones a mantener viva su identidad católica y su compromiso con la formación integral.
“La propuesta de la educación superior católica no es otra que buscar el desarrollo integral de la persona humana, formando inteligencias con sentido crítico, corazones creyentes y ciudadanos comprometidos con el bien común”, manifestó el Papa, recordando el legado de las primeras universidades del continente, fundadas por obispos y misioneros que entendían la educación como parte esencial del anuncio cristiano.
Finalmente, el Santo Padre invitó a las universidades católicas a convertirse en verdaderos “itinerarios de la mente hacia Dios”, donde el trabajo intelectual y la fe dialoguen para alcanzar la plenitud de la humanidad.
Antes de despedirse, confió a todos los presentes a la protección de la Virgen María, Trono de la Sabiduría, y los animó a continuar con creatividad y esperanza la misión educativa de la Iglesia:
“Agradezco todos sus esfuerzos y trabajos para llevar adelante esta gran tarea y los encomiendo a la Virgen María, para que siempre sean dóciles a la acción de Aquél que es la Sabiduría misma, Jesucristo nuestro Señor. Que Dios los bendiga”.