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Déficit de atención digital: lo que ocurre cuando muchas pestañas compiten por nuestra mente

En la educación universitaria contemporánea, la escena es familiar: una computadora abierta, múltiples pestañas activas —el aula virtual, un PDF, un video, una red social y quizá un chat grupal—, todas demandando atención simultánea. Este escenario, que aparenta eficiencia, suele esconder una dispersión cognitiva profunda.


El estudio “Too Many Tabs Open? Using Everyday Computer Data to Support Focus for adults with ADHD” publicado en Nafath Journal (2025), analiza precisamente ese fenómeno: cómo el uso cotidiano de computadoras puede revelar patrones de atención fragmentada, y cómo esos mismos datos pueden utilizarse para fomentar un aprendizaje más consciente y sostenido.

Qué revela la investigación

El equipo de investigadores de la Universidad RMIT (Australia) evaluó si era posible medir la atención de las personas a partir de su comportamiento digital cotidiano, sin usar instrumentos clínicos invasivos.
Usaron variables simples:

  • frecuencia de cambio de pestañas,
  • tiempo de inactividad,
  • relevancia de la actividad respecto a la tarea declarada.

Con esos datos, entrenaron un modelo de aprendizaje automático capaz de estimar la atención en tiempo real. Los resultados fueron prometedores: el sistema alcanzó un coeficiente de correlación (R²) de 0,77, mostrando que esos indicadores digitales son una ventana confiable al estado atencional del usuario.

Atención dividida y aprendizaje: implicaciones educativas

Aunque el estudio se centró en adultos con TDAH, sus conclusiones trascienden el ámbito clínico. En contextos educativos, los mismos patrones se repiten: estudiantes que alternan entre plataformas, documentos y notificaciones en ciclos de segundos.
Esta atención fragmentada tiene un costo cognitivo comprobado. Cada cambio de foco genera un tiempo de recuperación —el llamado switching cost—, que reduce la retención de información y deteriora la comprensión profunda.
En entornos universitarios, donde se espera pensamiento crítico y análisis sostenido, la atención dispersa se traduce en aprendizajes más superficiales y procesos mentales menos integrados.

El mito de la multitarea

Durante años, la multitarea digital fue celebrada como una habilidad deseable. Sin embargo, la evidencia actual muestra lo contrario: el cerebro humano no realiza tareas en paralelo, sino que alterna rápidamente entre ellas, sacrificando calidad por velocidad.
Cada pestaña nueva activa un circuito de recompensa instantánea, mientras debilita la concentración prolongada. En el contexto educativo, esto puede explicar por qué los estudiantes sienten estar “haciendo mucho” pero aprendiendo poco.

Enseñar y aprender en ecosistemas de distracción

El desafío para las instituciones y docentes no es eliminar la tecnología, sino reconfigurar su uso pedagógico.
Algunas estrategias sugeridas:

  • Diseñar clases o actividades con una sola interfaz principal activa, reduciendo estímulos simultáneos.
  • Implementar bloques de concentración guiada, donde el estudiante mantenga una tarea continua por lapsos definidos.
  • Utilizar herramientas de analítica educativa que permitan detectar cuándo se produce un descenso en la atención y ajustar dinámicas de clase.

En la formación universitaria, esto también requiere fomentar una ética del foco, enseñando a los estudiantes a identificar sus propios patrones de distracción y a desarrollar rutinas de autorregulación digital.

Estrategias prácticas para docentes y estudiantes

  • Secuenciar actividades: dividir las tareas en bloques cognitivos claros (lectura, síntesis, aplicación).
  • Diseñar tareas con atención sostenida: proyectos que exijan conexión conceptual, no solo recopilación de información.
  • Integrar pausas atencionales: breves descansos digitales que permitan restablecer el foco antes de continuar.
  • Reflexión metacognitiva: pedir a los estudiantes que analicen su propio patrón de atención y propongan ajustes personales.

Educar la atención en la era digital

La multiplicación de pestañas simboliza una mente hiperconectada pero fragmentada. En educación, atender a esa dinámica no es una cuestión tecnológica, sino pedagógica.
Si los docentes diseñan experiencias que premien la concentración, la verificación y la presencia cognitiva, los entornos digitales pueden dejar de ser enemigos del foco y convertirse en aliados del aprendizaje profundo.

Este artículo fue elaborado a partir del estudio “Too Many Tabs Open? Using Everyday Computer Data to Support Focus for Adults with ADHD” publicado en el Nafath Journal (Vol. 10, N.º 29, 2025) por Jeremy Nagel et al.
Disponible en Nafath Journal

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