La expansión acelerada de la inteligencia artificial (IA) en la educación superior abre oportunidades inéditas, pero también plantea desafíos profundos. El artículo AI is Destroying the University and Learning Itself, de Ronald Purser, invita a detenernos y analizar críticamente cómo las instituciones están incorporando estas tecnologías y qué efectos generan en la práctica educativa.
Lejos de una mirada tecnofóbica, el texto propone examinar las consecuencias no intencionales de un entusiasmo institucional que, en ocasiones, puede dejar de lado preguntas esenciales sobre el sentido y la calidad del aprendizaje.
¿Qué ocurre con la experiencia de aprendizaje?
El artículo advierte que la IA puede reconfigurar los hábitos de estudio al ofrecer soluciones rápidas para tareas que tradicionalmente requerían esfuerzo cognitivo: leer, interpretar, escribir, argumentar.
Esto no implica que la IA sea perjudicial; de hecho, puede ser una herramienta poderosa para explorar ideas, sintetizar información o recibir retroalimentación. El problema surge cuando se convierte en sustituto del proceso de pensar, no en un apoyo.
El desafío para estudiantes y docentes es promover un uso que aumente la capacidad intelectual, en lugar de disminuirla. La pregunta clave es: ¿estamos usando la IA para aprender más… o para evitar aprender?
La creciente dependencia tecnológica y sus efectos en la integridad académica
Otro eje relevante es cómo las instituciones se ven atrapadas en una dinámica donde la proliferación de IA que genera trabajos académicos impulsa la necesidad de IA que detecta ese uso.
Si el uso indiscriminado de IA diluye la autoría y la comprensión real, entonces la evaluación pierde valor. Pero el artículo también señala que las universidades, al integrar IA en múltiples procesos—diseño curricular, producción de materiales, evaluación automatizada—refuerzan esta misma dependencia.
La cuestión de fondo es cómo garantizar que los aprendizajes sigan siendo auténticos y significativos en un entorno donde la automatización es cada vez más accesible.
¿Qué estamos preservando de la misión universitaria?
Aquí se encuentra la pregunta más profunda del texto: ¿cuál es el propósito de la educación superior en la era de la IA?
Si la universidad reduce su misión a la expedición eficiente de credenciales, corre el riesgo de desdibujar su rol histórico: formar pensamiento crítico, cultivar una ciudadanía reflexiva, desarrollar la capacidad de cuestionar y transformar el mundo.
La IA puede ser un catalizador extraordinario para estas metas, siempre que no reemplace la dimensión humana del aprendizaje, el diálogo, la complejidad y la construcción de sentido.
Una oportunidad para redefinir, no para resignar
El artículo invita a docentes y estudiantes —especialmente a quienes ya usan IA de manera cotidiana— a replantear el lugar de estas herramientas dentro de la educación superior.
En lugar de preguntarnos si la IA “destruye” la universidad, quizás la pregunta más productiva sea:
¿Qué tipo de universidad queremos construir en la era de la IA?
- Una formación centrada en la eficiencia y la resolución rápida, o una centrada en procesos cognitivos profundos.
- Estudiantes que “cumplen” con actividades, o estudiantes que realmente comprenden, discuten, crean y cuestionan.
El desafío no es evitar la IA, sino integrarla responsablemente, acompañada de políticas pedagógicas claras, criterios éticos y un compromiso continuo con el aprendizaje auténtico.
Si la universidad logra articular tecnología con humanidad, automatización con reflexión, y eficiencia con significado, entonces la IA no será una amenaza, sino una oportunidad para renovar la educación superior.
Fuente:
Purser, Ronald. AI is Destroying the University and Learning Itself. Current Affairs. Disponible en: https://www.currentaffairs.org/news/ai-is-destroying-the-university-and-learning-itself
